Se cuenta que San Pedro, muy preocupado al notar la presencia de algunas almas a las cuales no recordaba haberlas hecho pasar al cielo, se puso a investigar y encontró un lugar por donde entraban.
Fue entonces ante el Señor y le dijo: - Señor Jesús, habiendo observado que hay aquí algunas almas a las que no recuerdo haberles abierto las puertas para que entraran a gozar de la eterna felicidad, hice algunas investigaciones y hallé un hueco por donde entran.Yo quisiera que lo vieras..........
Aceptó Jesús acompañarlo y vio que del hoyo descubierto colgaba hacia la tierra un inmenso Rosario, por donde constantemente subían almas. Alarmado, le dijo San Pedro: - Creo, Señor, que debemos cerrar esa entrada de....
-NO, NO – le respondió Jesús - ¡DEJALO ASÍ!... ESAS SON COSAS DE MAMÁ...
miércoles, 30 de abril de 2008
martes, 29 de abril de 2008
El "SI" de María
Anunciacion (25 de marzo)
Lc 1, 26-38
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios;
vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;
reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»
María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»
El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.
Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril,
porque ninguna cosa es imposible para Dios.»
Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue.
Muchas veces hemos oído esta lectura, pero, le hemos tomado el “peso”?
Si nos fijamos bien, gracias a una palabra tan simple que la Virgen dijo, Dios pudo mandar a su Hijo al mundo. El SI de María no fue un si cualquiera, no fue un si “de pasada”… fue un SI de amor, fue un SI de entrega.
El Papa Benedicto XVI nos dice:
“…La Anunciación, narrada al inicio del Evangelio de san Lucas, es un acontecimiento humilde, escondido --nadie lo vio, sólo lo presenció María--, pero al mismo tiempo decisivo para la historia de la humanidad. Cuando la Virgen pronunció su «sí» al anuncio del ángel, Jesús fue concebido y con Él comenzó la nueva era de la historia, que después sería sancionada en la Pascua como «nueva y eterna Alianza»”
María nos invita a decirle a Dios “SI”… nos invita a entregarnos a Él completamente y sin miedo. Digo miedo porque pensamos que entregarnos a Él significa entrar a un seminario o convento. Estamos errados en ese pensamiento, ya que, hay grandes santos (Santa Mónica, madre de San Agustín por ejemplo) que se entregaron a Dios y no tuvieron que ingresar a un seminario o convento. No tengamos miedo de lo que Dios quiere de nosotros!! El Papa Benedicto XVI nos dice: "No tengais miedo de Cristo, Él no quita nada y lo da todo”.
Los invito a todos a entregarle nuestra vida a Jesús y a repetir con María y sin miedo “ He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tú palabra”
Lc 1, 26-38
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios;
vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;
reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»
María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»
El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.
Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril,
porque ninguna cosa es imposible para Dios.»
Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue.
Muchas veces hemos oído esta lectura, pero, le hemos tomado el “peso”?
Si nos fijamos bien, gracias a una palabra tan simple que la Virgen dijo, Dios pudo mandar a su Hijo al mundo. El SI de María no fue un si cualquiera, no fue un si “de pasada”… fue un SI de amor, fue un SI de entrega.
El Papa Benedicto XVI nos dice:
“…La Anunciación, narrada al inicio del Evangelio de san Lucas, es un acontecimiento humilde, escondido --nadie lo vio, sólo lo presenció María--, pero al mismo tiempo decisivo para la historia de la humanidad. Cuando la Virgen pronunció su «sí» al anuncio del ángel, Jesús fue concebido y con Él comenzó la nueva era de la historia, que después sería sancionada en la Pascua como «nueva y eterna Alianza»”
María nos invita a decirle a Dios “SI”… nos invita a entregarnos a Él completamente y sin miedo. Digo miedo porque pensamos que entregarnos a Él significa entrar a un seminario o convento. Estamos errados en ese pensamiento, ya que, hay grandes santos (Santa Mónica, madre de San Agustín por ejemplo) que se entregaron a Dios y no tuvieron que ingresar a un seminario o convento. No tengamos miedo de lo que Dios quiere de nosotros!! El Papa Benedicto XVI nos dice: "No tengais miedo de Cristo, Él no quita nada y lo da todo”.
Los invito a todos a entregarle nuestra vida a Jesús y a repetir con María y sin miedo “ He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tú palabra”
Juan Pablo II y el Rosario
"El Rosario es mi oración preferida. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad. En esta oración repetimos muchas veces las palabras que la Virgen María escuchó de boca del ángel y de su prima Isabel. A estas palabras se asocia toda la Iglesia. (...)
Sobre el fondo de las palabras "Dios te salve, María", pasan ante los ojos del que las reza los principales episodios de la vida de Cristo, con sus misterios gozosos, dolorosos, gloriosos y luminosos, que nos hacen entrar en comunión con Cristo, podríamos decir, a través del corazón de su Madre".
Sobre el fondo de las palabras "Dios te salve, María", pasan ante los ojos del que las reza los principales episodios de la vida de Cristo, con sus misterios gozosos, dolorosos, gloriosos y luminosos, que nos hacen entrar en comunión con Cristo, podríamos decir, a través del corazón de su Madre".
(JPII)
Etiquetas:
Juan Pablo II,
Santo Rosario
lunes, 28 de abril de 2008
Virgen de Guadalupe
Esto es lo que le dijo la Virgen a Juan Diego cuando se le apareció en Guadalupe:
(Juan Diego estaba preocupado por su tío que estaba enfermo)
"Por favor presta atención a esto, ojalá que quede muy grabado en tu corazón, Hijo mío el más querido: No es nada lo que te espantó, te afligió, que no se altere tu rostro, tu corazón. Por favor no temas esta enfermedad, ni en ningún modo a enfermedad otra alguna o dolor entristecedor. ¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre? ¿Acaso no estás bajo mi sombra, bajo mi amparo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría? ¿Qué no estás en mi regazo, en el cruce de mis brazos? ¿Por ventura aun tienes necesidad de cosa otra alguna? Por favor, que ya ninguna otra cosa te angustie, te perturbe, ojalá que no te angustie la enfermedad de tu honorable tío, de ninguna manera morirá ahora por ella. Te doy la plena seguridad de que ya sanó."
(Juan Diego estaba preocupado por su tío que estaba enfermo)
"Por favor presta atención a esto, ojalá que quede muy grabado en tu corazón, Hijo mío el más querido: No es nada lo que te espantó, te afligió, que no se altere tu rostro, tu corazón. Por favor no temas esta enfermedad, ni en ningún modo a enfermedad otra alguna o dolor entristecedor. ¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre? ¿Acaso no estás bajo mi sombra, bajo mi amparo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría? ¿Qué no estás en mi regazo, en el cruce de mis brazos? ¿Por ventura aun tienes necesidad de cosa otra alguna? Por favor, que ya ninguna otra cosa te angustie, te perturbe, ojalá que no te angustie la enfermedad de tu honorable tío, de ninguna manera morirá ahora por ella. Te doy la plena seguridad de que ya sanó."
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