Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, y de los peligros de que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece que les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; pero a este glorioso santo tengo experiencia de que socorre en todas, y quiere el Señor darnos a entender, que así como le estuvo sometido en la tierra, pues como tenía nombre de padre, siendo custodio, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide.
Y esto lo han comprobado algunas personas, a quienes yo decía que se encomendasen a él, también por experiencia; y aun hay muchas que han comenzado a tenerle devoción, habiendo experimentado esta verdad.
No he conocido a nadie que le tenga verdadera devoción, que no lo vea más aprovechado en la virtud; pues ayuda mucho a las almas que a él se encomiendan.
Creo que ya hace algunos años que el día de su fiesta le pido una cosa y siempre la veo cumplida; si la petición va algo torcida, él la endereza para más bien mío.
Quien no hallare maestro que le enseñe a orar, tome a este glorioso Santo por maestro y no errará el camino.
Una vez estaba en un apuro del que no sabía cómo salir, pues no tenía dinero para pagar a unos albañiles, y se me apareció san José, mi verdadero padre y señor, y me dijo que no faltaría dinero y que los contratara; y así lo hice, sin un céntimo. Y el Señor de modo maravilloso que asombraba a los que lo oían, me proveyó.
Mas ¡ay, hijas!, encomiéndenme a Dios y sean devotas de san José, que puede mucho.
Aunque tenga muchos santos por abogados, tengan particularmente a san José, que alcanza mucho de Dios."
Santa Teresa de Jesús
Doctora de la Iglesia
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