¡Joven, levántate! Estás llamado a ser un buscador apasionado de la verdad, un cultivador incansable de la bondad, un hombre o una mujer con vocación de santidad. Que las dificultades que te toca vivir no sean obstáculo a tu amor, a tu generosidad, sino un fuerte desafío. No te canses de servir, no calles la verdad, supera tus temores, sé consciente de tus propios límites personales. Tienes que ser fuerte y valiente, lúcido y perseverante en este largo camino. No te dejes seducir por la violencia y las mil razones que aparentan justificarla. Se equivoca el que dice que pasando por ella se logrará la justicia y la paz.
Joven, levántate, ten fe en la paz, tarea ardua, tarea de todos. No caigas en la apatía frente a lo que parece imposible. En ti se agitan las semillas de la vida para el Chile del mañana. El futuro, de justicia, el futuro de la paz, pasa por tus manos y surge desde lo profundo de tu corazón. Sé protagonista en la construcción de una nueva convivencia, de una sociedad más justa, sana y fraterna.
Concluyo invocando a nuestra Madre, Santa María bajo la advocación de Virgen del Carmen, Patrona de vuestra patria. Tradicionalmente a esta advocación han acudido siempre los hombres del mar, pidiendo a la Madre de Dios amparo y protección para sus largas y, en muchas ocasiones, difíciles travesías. Poned también vosotros bajo su protección la navegación, de vuestra vida no exenta de dificultades y Ella os llevará al puerto de la vida verdadera."
(Discurso del Papa Juan Pablo II a los jóvenes en Santiago, Chile)
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