Si me diese cuenta de lo que puedo esperar de Ella, es mucho más de lo que ahora me atrevo a desear y aún a pensar. Pedirle en primer lugar esa fe viva en su amor, y pedirle lleno de confianza; es increíble lo que adelantaría en la perfección, paz del alma, verdadera santidad. Arraigado en María, lo tengo todo.
Vivir consagrado, vivir dentro del Corazón de la Virgen, sintiendo de todo como Ella siente, en ese abismo de belleza y bondad que tiene cierta infinitud, que está al orden casi de la Divinidad. Cualquier belleza que me sirva para elevarme a la belleza de la Santísima Virgen. -Si esto es tan hermoso ¿qué será mi Madre?
¡Es Madre y cuanto más Madre que las terrenas, puede ayudarme en todo! ¿No querrá? ¡No la ofendas! Por tanto, seguridad de alcanzar por Ella, lo que ni siquiera me atrevo a desear.
Propagar su culto y honor por todas partes. El mejor medio para salvar las almas. Si conseguimos inculcar esta devoción en un alma, ciertos estamos de que se salvará. Para ello, llenarnos nosotros."
(San Alberto Hurtado)
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