La vocación primera del santuario de Lourdes es ser un lugar de encuentro con Dios en la oración, y un lugar de servicio fraterno, especialmente por la acogida a los que sufren. María sale a nuestro encuentro como la Madre. Mediante la luz que brota de su rostro, se trasparenta la misericordia de Dios. Ella nos recuerda aquí que la oración debe tener un puesto central en nuestra vida cristiana; es indispensable para acoger la fuerza de Cristo.
La presencia de los jóvenes en Lourdes es también una realidad importante. (...) Cuando María recibió la visita del ángel, era una jovencita en Nazaret, que llevaba la vida sencilla y animosa de las mujeres de su pueblo. Y si la mirada de Dios se posó especialmente en Ella, fiándose, María quiere deciros también que nadie es indiferente para Dios.
No dejéis que las dificultades os descorazonen. María conocía cuánta era su debilidad ante la omnipotencia de Dios. Sin embargo, dijo “sí” sin vacilar. Y gracias a su sí, la salvación entró en el mundo, cambiando así la historia de la humanidad.
¡El mensaje de María es un mensaje de esperanza para todos los hombres y para todas las mujeres de nuestro tiempo, sean del país que sean! Me gusta invocar a María como “Estrella de la esperanza”, que nos ilumina y nos orienta en nuestro caminar. Por su sí, por el don generoso de sí misma, Ella abrió a Dios las puertas de nuestro mundo y nuestra historia. Nos invita a vivir en una esperanza inquebrantable, rechazando escuchar a los que pretenden que nos encerremos en el fatalismo.”
(Benedicto XVI, durante la Santa Misa el 14 de Sept. en Lourdes)
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