“La verdadera devoción a la Santísima Virgen es tierna, llena de confianza como la del niño en su querida madre. Esta devoción hace que recurras a la Santísima Virgen en todas tus necesidades materiales y espirituales con gran sencillez, confianza y ternura e implores la ayuda de tu bondadosa Madre en todo tiempo, lugar y circunstancia:
en las dudas, para que te enclarezca;
en los extravíos, para que te reoriente;
en las tentaciones, para que te sostenga;
en tus caídas, para que te levante;
en las debilidades, para que te fortalezca;
en los desalientos, para que te reanime;
en los escrúpulos, para que te apacigüe;
en las cruces, para que te consuele.
Finalmente, en todas las dificultades materiales y espirituales, María es tu recurso habitual, sin temor de importunar a tu bondadosa Madre ni desagradar a Jesucristo.”
("Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen", de San Luis María Grignion de Montfort)
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