Esta Virgen prudente no busca sabiduría, ni riquezas, ni honor, ni grandezas, sino gracia. Y nuestra salvación depende exclusivamente de la gracia. Hermanos, ¿para qué codiciar otras cosas? Busquemos la gracia y busquémosla por María, porque ella encuentra siempre lo que busca y jamás decepciona. Que otros se dediquen a acumular méritos: nuestro afán sea hallar gracia. ¿No estamos aquí por pura gracia? Por la misericordia del Señor no estamos aniquilados. ¿Qué somos nosotros? Somos apóstatas, homicidas, adúlteros, ladrones y la basura del mundo. Más entrad dentro de vosotros, hermanos, y ved como donde proliferó el pecado sobreabundó la gracia.
Todo lo que pienses ofrecer no olvides encomendarlo a María, para que la gracia vuelva al dador de la gracia por el mismo cauce por donde fluyó. Dios sin duda alguna, pudo haber derramado esta gracia sin valerse de este Acueducto que es María; pero quiso ofrecerte este conducto. Esa pequeñez que quieres ofrecer procura depositarla en esas manos tan divinas y tan dignas de todo aprecio, y no serás rechazado."
("La gracia", San Bernardo)
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