¡Introduzcamos - por decirlo así- a María en nuestra casa, consagrándonos a Ella como servidores y esclavos suyos! ¡Desprendámonos, en sus manos y en honor suyo, de todo cuanto más amamos, sin reservarnos nada! Y esta bondadosa Señora, que jamás se deja vencer en generosidad, se dará a nosotros de manera incomprensible, pero real.
Entre todos los medios que existen para poseer a Jesucristo, María es el más seguro, fácil, corto y santo."
(“El Amor de la Sabiduría Eterna”, de San Luis María G. de Montfort)
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