viernes, 31 de octubre de 2008

"Contigo hablo, levántate"

"El hombre puede construir un mundo sin Dios, pero este mundo acabará por volverse contra el hombre. ¡Contra el hombre!" (Reconciliatio et paenitentia, n. 18).

(...) ¡Sólo Cristo puede dar la verdadera respuesta a todas vuestras dificultades! El verdadero mundo está necesitado de vuestra respuesta personal a las palabras de vida del Maestro: "Contigo hablo, levántate".
¡Cuántas energías hay como escondidas en el alma de un joven o de una joven! ¡Cuántas aspiraciones justas y profundos anhelos que es necesario despertar, sacar a la luz! Energías y valores que muchas veces los comportamientos y presiones que vienen de la secularización asfixian y que sólo pueden despertar en la experiencia de fe, experiencia de Cristo vivo.

¡Jóvenes chilenos: no tengáis miedo de mirarlo a Él! Mirad al Señor: ¿qué veis? ¿Es sólo un hombre sabio? ¡No! ¡Es más que eso! ¿Es un profeta? ¡Sí! ¡Pero es más aún! ¿Es un reformador social? ¡mucho más, mucho más! Mirad al Señor con ojos atentos y descubriréis en Él el rostro mismo de Dios. Jesús es la palabra que Dios tenía que decir al mundo. Es Dios mismo que ha venido a compartir nuestra existencia, cada una de ellas. Al contacto de Jesús despunta la vida. Lejos de El sólo hay oscuridad y muerte. Vosotros tenéis sed de vida. ¿De qué vida? ¡De vida eterna! Buscadla y halladla en quien no sólo da la vida sino en quien es la Vida misma. ¡Él!

Este es, amigos míos, el mensaje de vida que el Papa quiere transmitir a los jóvenes chilenos: ¡buscad a Cristo! ¡mirad a Cristo! ¡vivid en Cristo! Este es mi mensaje: "que Jesús sea la 'piedra angular' de vuestras vidas y de la nueva civilización que en solidaridad generosa y compartida tenéis que construir. No puede haber auténtico crecimiento humano en la paz y en la justicia, en la verdad y en la libertad, si Cristo no se hace presente con su fuerza salvadora".

¿Qué significa construir vuestra vida en Cristo? Significa dejaros comprometer por su amor. Un amor que pide coherencia en el propio comportamiento, que exige acomodar la propia conducta a la doctrina y a los mandamientos de Jesucristo y de su Iglesia; un amor que llena nuestras vidas de una felicidad y de una paz que el mundo no puede dar (cf. Jn. 14, 27), a pesar de que tanto la necesita.

No tengáis miedo a las exigencias del amor de Cristo. Temed, por el contrario, la pusilanimidad, la ligereza, la comodidad, el egoísmo; todo aquello que quiera acallar la voz de Cristo que, dirigiéndose a cada una, a cada uno, repite: 'Contigo hablo, levántate' (Mc. 5, 41)."

(Juan Pablo II, discurso a los jóvenes en Santiago, Chile)

1 comentario:

paloma artigas dijo...

buenísima!! me encantó, en verdad necesitaba leer algo así!!!
un beso pa las 2!