miércoles, 1 de julio de 2009

“A tu madre, Señor nuestro, nadie sabe cómo llamarla;
que si uno la llama virgen, ahí está su hijo;
y si casada, ningún hombre ha conocido.
Si hasta tu madre es inabarcable, ¿quién podrá abarcarte a Ti?

(...) ¡Tu madre es un prodigio!
Entró el Señor a ella, y se volvió siervo;
entró el Verbo, y se quedó mudo en ella;
entró el Trueno, y acalló su voz;
entró el Pastor de todos, y se volvió en ella Cordero.

El seno de tu madre ha trastocado los órdenes.
El que dispone todas las cosas, entró siendo rico, y salió pobre;
entró a ella ensalzado, y salió humilde;
entró a ella resplandeciente, y se vistió para salir de pálidos colores.

Entró el héroe, y se revistió de temor en su interior;
entró el que a todos provee, y adquirió hambre;
el que a todos da de beber, y adquirió sed;
desnudo, despojado, salía de ella quien todo lo reviste.”

(San Efrén)

No hay comentarios.: