
María y José educaron a Jesús ante todo con su ejemplo: en sus Padres, Él conoció toda la belleza de la fe, del amor por Dios y por su Ley, así como las exigencias de la justicia, que halla pleno cumplimiento en el amor (Rm 13,10). De Ellos aprendió que en primer lugar hay que hacer la voluntad de Dios, y que el vínculo espiritual vale más que el de la sangre. La Sagrada Familia de Nazaret es verdaderamente el “prototipo” de cada familia cristiana que, unida en el Sacramento del matrimonio y alimentada de la Palabra y de la Eucaristía, está llamada a llevar a cabo la estupenda vocación y misión de ser célula viva no sólo de la sociedad, sino de la Iglesia, signo e instrumento de unidad para todo el género humano.
Invoquemos ahora juntos la protección de María Santísima y de San José para cada familia, especialmente para aquellas en dificultad. Que María Santísima y San José las sostengan para que sepan resistir a los impulsos disgregadores de cierta cultura contemporánea que mina las bases mismas de la institución familiar. Que ayuden a las familias cristianas a ser, en toda parte del mundo, imagen viva del Amor de Dios.
(S.S. Benedicto XVI, 1 Enero 2007)
3 comentarios:
buen contenido felicidades
Me gusta lo que leo, lo que está escrito aquí es muy importante, el valor que Dios le da a la familia es algo que debemos tomar en cuenta para nuestros tiempos.
Me encontra con tu blog!! la verdad es muy bueno.... sigue asi m encanta todo el contenidoo!
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