lunes, 10 de noviembre de 2008

La Madre de todos

"He pensado tantas veces cuando veo el Mes de María lleno de gente, y el día de la Procesión del Carmen, esa gente hambrienta de verdad, ¿cuál es nuestro deber ante ella? Primero dar ejemplo de integridad de vida cristiana, no acomodarnos al mundo sino que éste se acomode a María. En las conversaciones, caridad: que nuestras palabras sean bondadosas, tiernas y cariñosas. Al mundo le gusta la francachela, nada más que diversión, nosotros no seremos obstáculo, pero pondremos la nota de austeridad y trabajo. No podemos tener devoción a Ella y faltar a la caridad, no haciendo nada por solucionar la miseria humana.

Estos días me ha tocado vivir ahogado en la miseria, asediado por el miserable que no tiene nada, absolutamente nada. Sé de gente que pasa tres y cuatro días sin comer. Un pobre, preso por vago, la sociedad no le da techo ni trabajo y lo encierra por andar vagando. Estamos empapados en una miseria que ha llegado al último extremo.

Nuestra devoción a la Virgen, ¿no debería llevarnos a preguntar cómo podemos solucionar este problema? Nuestra devoción vacía y piedad estéril, en vano vuestra Madre se aparece a los pobres si vosotros no dais caridad. La primera manifestación de amor que sea caridad en palabra, juicios, desprendimiento, en obras de justicia. El mundo tiene sus ojos puestos en nosotros. Acordémonos que somos cristianos y que el mundo nos mira. Temo que nuestra piedad sea en gran parte solo sentimental, hojarasca, y no la misericordia de Cristo. Caridad en honor de la Virgen Santísima. Tan «bueyes» que somos los católicos, tan dormidos, tan poco inquietos por la solidaridad social. Todas dificultades, tropiezos, escándalos... Ojalá que nuestra devoción a la Virgen nos traiga ternura de mirar al Cielo y trabajar en la tierra por que haya caridad y amor. Dios quiera llevarnos al Cielo por medio de Ella, la Mensajera del Padre, la Madre de todos, especialmente de los que sufren.”

(San Alberto Hurtado)

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