miércoles, 28 de mayo de 2008

"¿Cómo llenar mi vida?"

“Hoy en día, una de las profesiones que más trabajo tiene es la de psiquiatra... Muchas personas que se creen atacadas por neurosis no tienen neurosis, sino vaciedad de vida: No tienen nada que hacer, nada que las saque de sí mismas… ¡El egoísmo está en la raíz del mal! Una vida vacía, sin sentido; un alma que espera algo que la llene, que la tome, que le dé sentido a su existencia.
¡Es tan triste vegetar! ¡Ver que los años pasan y que no se ha hecho nada!, que nadie la mira con ojos agradecidos... que no tiene dónde volverse para encontrar amor.
El cristianismo no es sólo ley de santidad, sino también de salud espiritual y mental. Para algunos, la moral cristiana es un conjunto de leyes ordinariamente negativas: no hagas esto, ni aquello... Pero, felizmente, la verdad es muy distinta. El cristianismo no es un conjunto de prohibiciones, sino una gran afirmación: AMAR. «Dios es amor» (1Jn 4,8). ¿Cuál es el precepto más grande de la ley? Amarás... y el segundo, semejante al primero, es éste: y amarás a tú prójimo como a ti mismo. «Seamos cristianos, esto es, amemos a nuestros hermanos».
La mejor manera de llenar la vida: llenarla de amor. Jesucristo, poco antes de partir de este mundo, al querer resumir toda su enseñanza en un precepto fundamental, nos encargó: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros... (cf. Jn 13,34-35). ¡En esto, y sólo en esto, conocerá el mundo que sois mis discípulos!
¿Cómo se salva a un hombre? –Amándolo, sufriendo con él, haciéndose uno con él, en el dolor, en su propio sufrimiento. No con discursos, que no cambian nuestras vidas; ¡sino con la evidente demostración del amor! La Iglesia necesita testigos.
Y entre todos los hombres, hay algunos a quienes Cristo nos recomienda en forma especial: a sus pobres. Y hacer o no hacer estas obras de caridad con el prójimo es tan grave a los ojos de Dios que va a constituir la materia del juicio: Tuve hambre... tuve sed... estuve preso... No «me» disteis... no «me»... (cf. Mt 25,31-46). El prójimo, el pobre en especial, es Cristo en persona. El pobre suplementero, el lustrabotas, la mujercita tuberculosa, es Cristo. El borracho... ¡no nos escandalicemos, es Cristo! ¡Insultarlo, burlarse de él, despreciarlo!, ¡es despreciar a Cristo! ¡¡Lo que hiciereis al menor, a mí lo hacéis!! Esta es la razón del nombre «Hogar de Cristo».
Menos palabras y más obras. El mundo moderno es anti-intelectualista: cree en lo que ve, en los hechos. Cuando los pobres ven, palpan su dolor y nos miran a nosotros cristianos, ¿qué tienen derecho a pedirnos? ¿A nosotros que creemos que Cristo vive en cada pobre? ¿Cuál debe ser nuestra actitud?: ¡Sentido social!, servir, dar, amar. Llenar mi vida, de los otros.
(San Alberto Hurtado)

2 comentarios:

Gonzalo Oyanedel Vial dijo...

Hola!
Soy Znog, uno de los dos autores de Beatrice, y las felicito por su blog. Buenísima la iniciativa y están muy interesantes los textos, en especial este del san Alberto Hurtado.
Creo que es muy postivo que haya genter que se atreva a dar testimonio de su fe, y en verdad que les deseo lo mejor para ustedes y ojalá mucha gente tenga la oportunidad de leer su blog.
También podrían escribir algunas reflexiones ustedes mismas para dar testimonio y darse a conocer.

Muchos saludos!
gonzalo

Anónimo dijo...

¡Que cierto es este texto!
Hay cosas que nunca cambian: el hombre está hecho para Dios, el Único que puede llenar su corazón.
Las felicito y les doy las gracias, porque me dan mucho ejemplo de amor a Dios y a Su Madre.
¡Sigan agregando entradas de los Papas y de los Santos! ¿Para qué más?

Rezo por ustedes.